Joker: Folie a Deux

⭐⭐⭐

De vez en cuando ocurre en el mundo del cine un fénomeno curioso, el relámpago en la botella, Joker. En algunas de esas ocasiones, por el amor y falta de raciocinio desmedido que le tenemos hacia los directores como "autores", les creamos un ego y culto para permitírles hacer lo que quieran, solo para estrellarse. Tal parece que la carrera de un cineasta es un sube y baja constante, donde te aplauden por hasta lo que no hiciste y te recriminan en igual proporción. Pero, también relájenla, ¿qué onda con los fanáticos del Joker?
Joker: Folie a Deux es la secuela que nadie pidió ni entiende por qué existe, más allá del poder del capitalismo, lo cual es poético pues el archienemigo del Joker es un millonario. En esta ocasión, Arthur Fleck (Joaquin Phoenix) está encerrado en Arkham, ni siquiera estoy seguro que se trate de un psiquiátrico más que de una prisión, tras los crímenes cometidos por él en la cinta pasada. Sin embargo, al parecer la vida le sonrie (Ha) cuando se ve involucrado en un juicio oral, en el cual Harvey Dent (Harry Lawtey [ha, LAWtey]) busca llevarlo a la silla eléctrica, mientras que existe esperanza para Arthur de ir a un verdadero hospital psiquiátrico si se logra demostrar que Joker es una personalidad separada de él. Aún así, Lee (Lady Gaga), una admiradora obsesiva y psiquiátricamente capacitada, comienza a manipular a Arthur para que libere a Joker.
Wow, supongo que es mi propia sensibilidad a mi escritura, pero con esa sinópsis suena a una mucho mejor película que la que terminó siendo. No había manera de igualar a la primera, que es cínica y estéticamente propositiva como hacía mucho no se veían, mientras que esta segunda es un simple cero a la izquierda que no volvería a ver (mientras que hay películas que no deberían de haber sido vistas ni una sola vez). Y no es tan mala como el mundo quiere hacer creer, en eso la película dio en el clavo en su cometido (eso más adelante), pero es en general completamente insabora.
Mientras que la primera tenía música sumamente envolvente y apremiante, aquí hasta los créditos te acueerdas que la compositora es una ganadora del Oscar. Antes la cámara se movía de forma metódica, ahora sigue a Arthur caminando por una prisión porque eso es lo que es artsy. En Joker la iluminación era llamativa, usando luces coloridas, contrastantes y con una función narrativa, aquí en su mayoría todo es blanco y plano. El diseño de producción sucio, opresivo y lleno de personalidad de la cinta pasada se deja de lado en favor de una versión mal lograda de la Ciudad Gótica de Matt Reeves en puros planos generales genéricos. El montaje dinámico y que sabía cuando mantener la escena y cuando cortar, aquí se siente amateurish, con cortes sin sentido y cuadros negros entre las escenas porque efectivamente no hay manera lógica de pasar de una a otra. Los vestuarios son una versión aburrida de los de su antecesora, y el maquillaje de Harley Quinn, que es lo único nuevo, es tan mínimo que solo podrían ser las ojeras de quienes parecen haberse dormido con esta película.
No quiero culpar a Phillips, pero un poco sí es su culpa. En Joker lo menos relevante, bien conseguido y propositivo era la dirección en sí; yo estaba sorprendido que hubieran nominado antes a dirección que a fotografía en los Premios de la Academia. Y, mientras que en la primera la humildad de Phillips para dejarse ser cargado por los demás generó una obra maestra contemporánea, aquí su ego, o quizás la falta del de sus cabezas de departamentos, ocasionan que se sienta como una película estéticamente genérica, nulamente propositiva y carente de compromiso y cualidades para sacarlas adelante. Y no es porque Phillips haya dirigido comedias, las cuales son efectivamente hilarantes, sino porque es un director que no está muy seguro de lo que está haciendo. Su propuesta de musical y fantasía vs. realidad a penas es un esbozo de lo que intenta ser, en las declaraciones del director queda claro que ni él entiende qué es y cómo funciona un musical, y únicamente quiere hacer algo diferente porque sí, pero sin entenderlo. Phillips tiene una propuesta muy ambiciosa, cinematográficamente compleja y según él profunda, pero sus capacidades como cineasta la dejan a medio camino, superficial y sostenida con rezos.
Aún así, Phoenix repite una actuación virtuosa, aún con los diálogos caricaturéscos que le dan a su personaje, pero que únicamente con su corporalidad es como ver una lucha interna jeckyllyhydesca, que desde su postura es hipnotizante de ver. Gaga tiene una gran personalidad aquí, sus momentos musicales son disfrutables y, cuando no está haciendo acentos que ella dice es italiano, lográ estar a la par que su coprotagonista. Incluso el cambio de dinámica abusiva entre estos personajes, siendo prácticamente opuesto a la vista en el resto de sus apariciones, es refrescanta y da un respiro de aire fresco a media cinta el cual desesperadamente necesitaba. Pese a esto, ni así es suficiente para cargar el peso de más de dos horas de cinta estéticamente vacía y narrativamente mediocre.
Y es que todo lo anterior se perdonaría, como nos ha enseñado la gente una y otra vez, si no fuera por el guion mediocre, con diálogos risibles, una completa ausencia de dirección y una exploración temática de un niño de doce años que se siente intelectual porque lo pusieron a leer Rebelión en la Granja de Gerge Orwell. Los momentos más "entretenidos", de "revelaciones" y pagos de ironías dramáticas, se quedan en gente sin reaccionar; las escenas de profundidad (flojamente presentadas como monólogo en un juicio oral) son una parorata berrinchuda igual que la del final de la cinta pasada, solo que sin la construcción de esta; y la resolución del juicio es directamente un deus ex machina, que ya para este punto es como "finalmente un cambio".
La cinta deja ir muchas oportunidades en favor de la resolución más directa, el desarrollo más lineal y los mismos temas de la cinta pasada. Ya vi la rebelión de los marginados y cómo "vivimos en una sociedad", ¿qué más hay ahora? En vez del mismo berrinche sin construcción explora cómo el sistema de justicia es corrupto, cómo la simpatía y emocionalidad bruta es más fuerte que la justicia y racionalidad, cómo los enfermos mentales no son estas personas desamparadas y "loquitas", sino que tienen una forma diferente de entender el mundo, lo que sea, pero algo. Me resulta inconcebible, hasta ofensivo, que nadie tomara el camino más fácil y menos ilógico desde un punto de vista narrativo a partir de la premisa de hacer que Joker usara sus habilidades de manipulación, jugara el juego de la simpatía y el mesianísmo, se aprovechara y viera la cara del sistema judicial, y que con su lógica retorzida llegara a la conclusión de que efectivamente deben dejarlo salir libre; cosa tan obvia que hasta el guion comete accidentalmente, pero lo deja ir en favor de repetir nuevamente el mismo tema simplón que se usa aterradora y no irónicamente en redes sociales de "la sociedad me obligó a hacerlo".
Lo más curioso es que la cinta es una especie de paradoja en sí misma. Aquello que quiere ser y no consigue bien, un musical de fantasía surreal, es lo que la gente está criticando cómo que no les gustó. Al mismo tiempo, aquello que la cinta sí logra hacer bien, patetizar a Joker y tirar el "vivimos en una sociedad" que desde la primera película se condenaba como una salida fácil y sociópatica (claramente no bien logrado porque... pues Phillips no es bueno para transmitir sus ideas), ahora resulta que la gente no lo está entendiendo. Sí, Phillips no te da el Joker que quieres, que justifica sus (y tus) deseos sociopáticos a través de la victimización, que es una fuerza moralmente superior y mesías de las causas sociales, que es este líder nato y que no necesita relaciones afectivas porque resuelve todo con violencia, en cambio te da a un Joker lastimado, manipulable, patético, genuinamente triste y que, ni en todos estos sueños húmedos que te dio su primera cinta, le bastaron para salir de la tristeza y dolor que le genera en el fondo ser simplemente un niño asustadizo, abusado y que lo único que quiere, y necesita para salir de este ciclo de violencia, es una relación afectiva genuina.
Es una pena que este potencial en dinámicas, temáticas y mensajes resulten en nada a través de una dirección incompetente para cumplir sus propios intereses, un guion poco profundo hecho en dos días, una propuesta estética plana y ahogada por su director, y un séquito de fieles seguidores que no querían una buena película ni entendieron lo que la que sí era buena quería decirles. Pero, pues, al final, "That's life, (...) Some people get the kicks, others live on a dream, (…) but this fine ol’ world keeps spinning around".

Comentarios

  1. Interesante, creo que Lady Gaga fue lo que salvó un poco la película

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